La sociedad en la que vivimos nos exige, nos empuja y nos obliga a entrar en la carrera de un rendimiento casi suicida: “Para ser el mejor, debes llegar al extremo de la competitividad, a cualquier precio, cueste lo que cueste”. Ser feliz es, según esta consigna: renunciar al derecho a la pereza y el
Ni todo sufrimiento es malo, ni todo sufrimiento es bueno. Ni búsqueda desenfrenada de placer ni fanatismo masoquista. Hay aflicciones que son imprescindibles para el ser humano, y otras que sobran. Hay dolores productivos que nos hacen crecer y avanzar, y otros que son un especie de via crucis rumbo a nada: el tormento por
La soledad es una de las experiencias más difíciles de sobrellevar. A diferencia de otras sociedades más inclinadas hacia el aislamiento interpersonal, los latinos nos hemos levantado en una cultura donde el grupo social inmediato es determinante. La familia, los amigos, los hermanos, los hijos, los primos, las tías y hasta los vecinos, conforman el
La mente humana es conservadora por naturaleza. El cambio asusta, desbarata e incómoda. Cuando algún hecho importante, novedoso o diferente llega al cerebro, se introduce el desorden. La aparente paz y tranquilidad informacional se desequilibra, el nuevo dato pone a tambalear el sistema y la tradición psicológica se ve amenazada por el invasor. A la
De todos los derechos personales, el más importante es el derecho a cometer errores. Se necesita mucha valentía para asumir dignamente la equivocación, sin excusas, de cara y con la tranquilidad del que ha obrado conforme a su consciencia. Hegel dijo, “Ten el valor de equivocarte”, lo cual no significa, “equivocarte mucho”. La idea de
En nuestro organismo conviven dos tipos de emociones: las que son decretadas por la madre naturaleza y las que son inventadas por la mente. Las emociones biológicas (primarias) no son aprendidas, nacen con uno, cumplen una función adaptativa para la especie y se agotan rápidamente. Las más importantes son: dolor, miedo, ira, placer, alegría y